Si queremos tener un trabajador que rinda, ya sea a nivel físico o cerebral, miraremos siempre
su mandíbula, ya que ésta nos hablará de los resultados finales. La mandíbula y el cuello son como las raíces de un árbol, sin las cuales puede venirse abajo. Cuanto más dilatadas y fuertes sean mejor, pero también es interesante hablar de la zona superciliar. Ésta la encontraremos justo encima de los ojos y pertenece a la zona baja de la frente o “zona concreta”. Unos buenos superciliares aportarán mayor espíritu de trabajo y mejor capacidad de observación al entorno.
A continuación expongo con dos claros ejemplos, los superciliares desarrollados (dibujo nº2), con su respectivo comportamiento:
Dibujo nº1:
En este rostro existirá cierta dificultad para plasmar sus proyectos, por tener la zona realizadora de la frente muy poco desarrollada, además de una mandíbula y zona instintiva bastante retraída. Este tipo de personas, aun teniendo grandes ideas, necesitan colaborar con alguien que tenga un rostro más ancho, con mandíbula dilatada o superciliares desarrollados y llevar así a cabo esa realidad.
Dibujo nº2:
En este segundo rostro, aun teniendo igualmente la mandíbula estrecha, sí podemos ver unos superciliares bien formados, lo que le ayudará a contra restar esa falta inicial de realización.
Ilustración y textos: Profesor Moisés Acedo Codina - Morfopsicólogo nº3898
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