En principio no tenemos signos precisos o aislados con los que se pueda ver claramente la espiritualidad absoluta, y tampoco existe en la actualidad ningún libro significativo de Morfopsicología o Fisiognomía objetivo, más que el poder captar si la persona es mental, física o si existe sublimación. La espiritualidad la encontramos en los rostros equilibrados, es decir, caras donde no haya excesos de dominancias, con rostros de receptores ricos, armoniosos y sobre todo, con la zona media o emocional muy rica, como la de San Juan Bosco, además de un control absoluto sobre lo físico. Otra cosa será referirse a los santones y “falsos profetas”, que se refugian en la religión por no poder ellos mismos realizarse completamente como hombres y mujeres, tras un manto de cobardía y falta de verdadero amor hacia el prójimo. Debe de haber tonicidad, pues la espiritualidad pasiva es inconcebible, así como también una buena zona instintiva pero sin exceso, para dar estabilidad a la persona, con apoyo y experiencia terrenal suficiente para poder canalizar y comprender a los demás, sino sería sólo un cúmulo teórico de sinrazón. Los receptores deben ser ricos, especialmente los ojos, que no deben tener excesiva RF a fin de poder enriquecerse de las experiencias de la vida, o asimismo, por lo menos existencia de RL superior en la frente. En Teresa de Calcuta, tuvimos a una mujer con gran expansión afectiva o de zona media, al igual que Gandhi o nuestro querido San Juan Bosco, quienes volcaron toda su energía hacia la acción desinteresada, pero tenían un apoyo mandibular ancho y con labios finos, indicando la total sublimación de instintos. En la fotografía “San Juan Bosco”, observamos un tono global excepcional, de zona media o emocional larga, vibrante, con el tabique nasal ancho y pómulos altos, denotando madurez, generosidad incondicional y afectos trascendentales, con una zona instintiva ancha y fuerte que ofrece apoyo ilimitado a sus emociones de modo extraordinario. Su rostro nos habla de actividad, carisma y de valores humanos sin precedentes. Al igual que los Santos, también existen personas contrarias y de bajo valor moral, son personas que predican lo que no creen, o lo que es lo mismo “a Dios rogando y con el mazo dando”, por falta de verdaderos principios y valor, que encuentran el refugio y el poder que necesitan en la iglesia u otras entidades.
Este es el caso del “falso predicador”, como muestro en el dibujo ficticio de la derecha. Allí podemos observar un Marco alargado de estrecha y débil zona instintiva, que en el caso es delgada pero podría ser igualmente obesa o átona (pereza y debilidad), pero con mucha demanda material (boca muy carnosa). Por tanto en este tipo de rostros no existe sublimación, sino solamente un abastecimiento de las necesidades propias o personales generalmente físicas, las cuales no pueden conseguir por sí solos, y que tarde o temprano alcanzarán a través del abuso de los demás, haciéndose pasar por mártires o fingiendo enfermedad. Estas son personas absolutamente inhábiles para escuchar la necesidad del prójimo (ojos extremadamente tónicos y pequeños), viviendo en su propio y corrupto mundo. Además, su zona emocional es átona y corta, sin saber transmitir afecto alguno y de carácter intransigente o poca paciencia. Son personas que han desarrollado gran inteligencia, única y exclusivamente para la satisfacción propia, haciéndose pasar por corderos, cuando no son más que hambrientos y despiadados depredadores. Este tipo de personas son los que terminan comentiendo grandes abusos y atrocidades.
Ilustración y textos: Moisés Acedo Codina
Morphopsychologue nº3898 SFM París
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lunes, 6 de mayo de 2013
SEÑALES DE SUBLIMACIÓN O ESPIRITUALIDAD 2020
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